El dolor llegó impreciso y sin nombre,
decidí adoptarlo y ponerle uno,
un nombre de mujer,
una que no he visto,
una que se desgarró por dentro y mantuvo la mirada brillante y la sonrisa genuina.
El dolor llegó impreciso y sin nombre,
decidí adoptarlo y ponerle uno,
un nombre de mujer,
una que no he visto,
una que se vistió de negro y pintó vidas de colores.
El dolor llegó impreciso y sin nombre,
decidí adoptarlo y ponerle uno,
un nombre de mujer,
una que entre la prisa, el llanto y el humo… aun no he visto.
Qué hermoso poema, gracias por compartir y trasmitir la emoción. Me encantó leerte. Saludos.
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¡Me alegra que te guste! Gracias a ti por leerme, un abrazo.
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Cuando los sentimientos afloran, es buena sacarlo a flote en un poema muy preciso y hermoso.
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¡Así es! Escribir me permite drenar, entre letras el trago no es tan amargo.
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